Cerca de Haumont, el teniente-coronel Bonviolle, antes del ataque, observó a numerosas tropas de infantería alemanas avanzar hacia el Bois de Haumont tras una espesa barrera de fuego. En ese instante, la artillería pesada alemana comenzó a bombardear brutalmente el pueblo de Haumont. Quedó claro que el contraataque propuesto por Bonviolle era imposible. Era obvio que una reconquista del Bois d’Haumont hubiese sido un suicidio. Las tropas con las que contaba para el contraataque las utilizó para resistir en el pueblo de Haumont.
Poco después, sobre las 8.30 de la mañana, dio la orden de aplazar el ataque. A pesar de las preocupaciones, el teniente Derome - comandante del 165º - nunca recibió esa orden. A la hora zero y blandiendo su sable dio la orden de avanzar hacia la barrera de fuego alemana. Una agotada y exhausta compañía francesa contra una de las divisiones de choque de von Zwehl. Sólo sobrevivieron Derome y otros cincuenta soldados que fueron hechos prisioneros, el resto murió. La heroica carga de Derome no fue inútil. Ésta sorprendió a los alemanes, e hizo ser más cautas a las tropas de avance germanas. Así Bonviolle tuvo un respiro para destacar un batallón para reforzar las maltrechas defensas entre el Bois de Consenvoye y el pueblo de Samogneux. Pero en todos los lugares había huecos que cubrir, y no había suficiente materiales y armamento. Las tropas alemanas estaban cada vez más cerca del pueblo de Haumont. Dos emplazamientos de ametralladoras desde algun lugar de las ruinas de Haumont provocaban grandes bajas entre las fuerzas de choque alemanas.
Dos piezas de 420 unieron sus fuerzas a la de los morteros para castigar con una brutal lluvia de fuego el pequeño pueblo, en el que antes de la guerra apenas vivían un centenar de almas. Ahora perecían veinte por minuto. La apariencia del lugar mutaba a cada momento. Un bunker de hormigón fue alcanzado por el disparo directo de una pieza de las de 420. Murieron más de 80 soldados enterrados con dos ametralladoras. Sobre las tres de la tarde, Bonviolle contaba con menos de quinientos soldados para defender Haumont. La mayor parte de los oficiales había perecido o estaban heridos. Una después, sobre las cuatro, los alemanes avanzaron por tres lados (Norte, Noroeste y Este) para el lanzar el golpe definitivo. Los soldados alemanes seguían cayendo víctimas de las ametralladoras francesas emplazadas en las bodegas de las ruinosas casas de Haumont. El despiadado y cruel fuego de los lanzallamas alemanes dio cuenta de los últimos defensores franceses.
Bonviolle salió indemne de Haumont, estuvo a punto de perecer por la acción de un lanzallamas que calcinó su antiguo cuartel general. Él, cinco oficiales y unos sesenta soldados eran los únicos supervivientes de su regimiento. Las bajas se elevaron a unos 1.800 soldados. Haumont había caido. El cuerpo de von Zwehl había capturado el primer pueblo de la ofensiva sobre el sector de Verdún. Con la caída de Haumont el frente francés en Verdún tenía otro peligroso saliente. Por un lado, abría un punto estratégico en el barranco que llevaba directamente a Samogneux. Y del otro, exponía un flanco del Bois des Caures. Cuentan que los cansados y exhaustos soldados de Westfalia que participaron en el ataque celebraron con gran júbilo su primer éxito con cognac de las abandonadas y destruidas bodegas de Haumont.
Poco después, sobre las 8.30 de la mañana, dio la orden de aplazar el ataque. A pesar de las preocupaciones, el teniente Derome - comandante del 165º - nunca recibió esa orden. A la hora zero y blandiendo su sable dio la orden de avanzar hacia la barrera de fuego alemana. Una agotada y exhausta compañía francesa contra una de las divisiones de choque de von Zwehl. Sólo sobrevivieron Derome y otros cincuenta soldados que fueron hechos prisioneros, el resto murió. La heroica carga de Derome no fue inútil. Ésta sorprendió a los alemanes, e hizo ser más cautas a las tropas de avance germanas. Así Bonviolle tuvo un respiro para destacar un batallón para reforzar las maltrechas defensas entre el Bois de Consenvoye y el pueblo de Samogneux. Pero en todos los lugares había huecos que cubrir, y no había suficiente materiales y armamento. Las tropas alemanas estaban cada vez más cerca del pueblo de Haumont. Dos emplazamientos de ametralladoras desde algun lugar de las ruinas de Haumont provocaban grandes bajas entre las fuerzas de choque alemanas.
Dos piezas de 420 unieron sus fuerzas a la de los morteros para castigar con una brutal lluvia de fuego el pequeño pueblo, en el que antes de la guerra apenas vivían un centenar de almas. Ahora perecían veinte por minuto. La apariencia del lugar mutaba a cada momento. Un bunker de hormigón fue alcanzado por el disparo directo de una pieza de las de 420. Murieron más de 80 soldados enterrados con dos ametralladoras. Sobre las tres de la tarde, Bonviolle contaba con menos de quinientos soldados para defender Haumont. La mayor parte de los oficiales había perecido o estaban heridos. Una después, sobre las cuatro, los alemanes avanzaron por tres lados (Norte, Noroeste y Este) para el lanzar el golpe definitivo. Los soldados alemanes seguían cayendo víctimas de las ametralladoras francesas emplazadas en las bodegas de las ruinosas casas de Haumont. El despiadado y cruel fuego de los lanzallamas alemanes dio cuenta de los últimos defensores franceses.
Bonviolle salió indemne de Haumont, estuvo a punto de perecer por la acción de un lanzallamas que calcinó su antiguo cuartel general. Él, cinco oficiales y unos sesenta soldados eran los únicos supervivientes de su regimiento. Las bajas se elevaron a unos 1.800 soldados. Haumont había caido. El cuerpo de von Zwehl había capturado el primer pueblo de la ofensiva sobre el sector de Verdún. Con la caída de Haumont el frente francés en Verdún tenía otro peligroso saliente. Por un lado, abría un punto estratégico en el barranco que llevaba directamente a Samogneux. Y del otro, exponía un flanco del Bois des Caures. Cuentan que los cansados y exhaustos soldados de Westfalia que participaron en el ataque celebraron con gran júbilo su primer éxito con cognac de las abandonadas y destruidas bodegas de Haumont.
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